Hoy leía en El País un artículo en el que se decía algo así como que el Cementerio de Finisterre del arquitecto César Portela era un cementerio muerto.
Parece ser que los habitantes de la zona prefieren incinerar a sus difuntos antes que elegir el moderno cementerio.
Recordaba esta mañana la primera vez que vi los bloques del arquitecto gallego. Fue hace unos siete años, en una de mis quincenales excursiones para conocer la geografía de Galicia.
Al ver los bloques desde el coche (yo no conocía la obra aún) me llamó la atención, aparqué en la cerretera y bajamos a ver el contenido de los cubos. Por el sendero comentábamos que maravilla haber dispuesto esos pequeños apartamentos con vistas al mar, desafiantes.
La sorpresa fue mayúscula al ver la fachada al mar de las piezas. Un cementerio!!
Se sumaron dos sorpresas, una por la mezcla de un concepto tan urbano en un entorno tan árido y otra por haber entregado semejante perspectiva sobre el atlántico precisamente a los que no van a poder disfrutarlas.
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